Pilar González-Cremona Nogales
Todo investigador debe saber expresarse correctamente tanto de forma escrita como oral. En el mundo académico, la comunicación oral de los trabajos de investigación escritos, exige al investigador el desarrollo de una habilidad oratoria especial, y más si se trata de la defensa ante un tribunal, como sucede en el trabajo fin de máster o la tesis doctoral.
Qué cualidades debe tener un buen orador:
- Mostrar una actitud positiva, optimista, controlando los impulsos negativos.
- Ser una persona que escucha.
- Pensar antes de hablar. No se aconseja la improvisación, sobre todo si el que expone no es un orador con experiencia. Por ello, el trabajo de los días previos a la exposición es determinante y debería incluir:
- La elaboración de un guión con la elección de ideas del trabajo de investigación escrito.
- Ser capaz de formular respuestas a las preguntas potenciales que le pueda realizar el público o el tribunal que le examina.
- Ensayar todas las veces que sea necesario, y si los medios y el tiempo lo permiten, grabarse o exponer y pedir la opinión de familiares o de colegas.
- Tener capacidad de análisis. El guión seguirá una estructura tradicional:
- una presentación, en la que se determinarán los motivos del estudio y las hipótesis,
- un desarrollo, en el que se explicará la metodología utilizada, las fuentes consultadas y, en general, todo el proceso investigador,
- y una conclusión, en la que el investigador desvelará sus propuestas de solución al problema inicialmente planteado.
- Ser objetivo y conciso. El guión tendrá la información precisa -muy seleccionada y pensada- considerando el tiempo con el que se cuenta y el tipo de audiencia a la que va dirigida la exposición:
- Si son oyentes que no tienen conocimientos previos del tema: el contenido deberá ser reducido y el léxico preciso, claro y variado. No excederse en el uso de datos. Utilizar frases cortas, sencillas y claras y evitar la oración compuesta.
- Si, por el contrario, se trata de expertos en la materia, el orador deberá demostrar innovación en el contenido de su discurso y utilizar un vocabulario y una sintaxis cuidados. También se recomienda la oración simple, aunque en ocasiones sea necesario recurrir a las oraciones subordinadas.
- Conocer las comunicaciones no verbales. La voz, la postura corporal, los desplazamientos, el control de los brazos y las manos, la indumentaria, la mirada, la sonrisa y el tratamiento al público son elementos en los que no nos vamos a detener, aunque conviene tenerlos en cuenta para que la exposición sea un éxito.
- Emplear el tono y el volumen de voz adecuado para cada situación. Con el objeto de evitar la monotonía y destacar y reforzar las ideas sustanciales, es conveniente controlar la entonación, la pronunciación, el volumen, la velocidad del habla y las pausas y silencios.
- Manifestar seguridad y convicción. El ensayo repetido anticipándose a los problemas y corrigiendo los errores, sumado al conocimiento del investigador sobre la materia que expone, son las condiciones necesarias para manifestar esa seguridad y convicción en la comunicación.
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